Justo delante del edificio del Ayuntamiento de Madrid, 150 jinetes y amazonas esperaban para salir juntos a recorrer las calles de Madrid iluminado por las fiestas. Las monturas estaban engalanadas para la ocasión: espumillón, luces, guirnaldas… no les faltaba un detalle y las había de todo tipo: bicicletas clásicas, híbridas, fixies, plegables, patinetes y VMP de todo pelaje y condición. ¡Hasta alguna cargo hizo su aparición!
La comitiva esperó unos minutos a que los más remolones apareciesen y que los despistados que pululaban por la plaza encontrasen el punto de encuentro y salieron, no con poco alboroto, en dirección norte por el lateral del Paseo de la Castellana. Poco a poco el grupo se estiró, ocupando un carril en esta primera parte del recorrido que era tan solo el preludio de la jornada.
Tras girar en Marqués de Villamagna y encarar Serrano y sus coloridas cenefas, el tramo hasta la puerta de Alcalá se avanzó despacio por la multitud de coches, lo que dio la oportunidad de charlar a los asistentes y de admirar las luces, así como facilitó la incorporación de los rezagados.
La bajada desde la plaza de la Independencia destacó como lo más bonito de la marcha, principalmente por la originalidad de las luces de ese tramo de la calle, la estampa más fotografiada de estas Navidades. Era como una lluvia de estrellas que caía sobre los ciclistas que se dejaban llevar por la pendiente despacio para saborear cada instante con todos los sentidos. Como plus, las restricciones al tráfico en ese tramo solo podían mejorar la experiencia global.
Cruzar Cibeles y encarar Gran Vía fue lento pero seguro y estrenar el asfalto reciente bajo la luz de las guirnaldas con gatos hizo las delicias de todos, que avanzando en pequeños grupos fueron ascendiendo hasta llegar a Callao. Los transeúntes se maravillaban con la cantidad de bicicletas y otros vehículos y algunos incluso animaban con el clásico “Indurain, Indurain”, porque no pueden faltar los espontáneos en estas ocasiones.
Al llegar a Plaza de España los de la cabecera y girar en la glorieta, la policía decidió cerrar el tráfico para el grupo, puesto que consideraron que la vía era demasiado estrecha para tantas bicicletas, con lo que emprendieron el camino de vuelta hasta Cibeles solo interrumpidos por los semáforos, lo que daba tiempo para disfrutar de las luces de nuevo con más calma y poder reparar en los detalles, e incluso echar alguna foto.
De vuelta en Cibeles, afloraban las sonrisas tras las mejillas sonrosadas por el esfuerzo y el frío. Más de uno comentaba que tenía los pies helados pero el corazón contento, así que tras la foto de familia de rigor, se disolvió la reunión y cada uno fue a calentarse como mejor consideró: a los pies del brasero, con una cerveza o pedaleando un poco más rápido de vuelta a casa, que eso siempre ayuda.
Mención especial para los niños y niñas que participaron, ya fuera con su propia bicicleta como en la sillita con mamá o papá. Esperamos que lo pasaran estupendamente viendo las luces navideñas desde otra perspectiva.
Y en definitiva, la Lucicleta 2018 fue una gran quedada de personas que tienen al menos dos cosas en común: la primera, querían ver las luces de Navidad y la segunda, les gusta moverse en bicicleta (o VMP, no se me enfaden, señorías). Por eso, nos gustaría que compartieseis vuestra experiencia con nosotros en este album de fotos colaborativo que hemos preparado para la ocasión. Solo tenéis que pinchar en el link y agregar las vuestras. ¡Muchísimas gracias por todo y feliz Navidad!
Nota: si apareces en alguna foto y no deseas que permanezca publicada o crees que alguna de ellas debería pixelarse, no dudes en hacérnoslo saber. ¡Gracias!