+34 810101123

En Copenhague tuve más suerte que cuando visité Berlín y pude disponer de una bici cuatro de los seis días que estuve allí. Además era la bici de una amiga y no una machacada bici de alquiler y hasta cierto punto me reconcilié con el freno de contrapedal que en Berlín fui incapaz de manejar con soltura. Así que me tiré a la calle con mi bici morada.

En Copenhague bicis ocupan cualquier espacio, como este parque junto a un molino de viento.

Empezar con una foto de una bonita bici nos predispone a favor. Es lo mismo que hacen con esos anuncios de coches en los que nunca se ven atascos; y últimamente casi ni coches. Pero la realidad no siempre es tan amable. El primer trayecto que hice pedaleando fue francamente desalentador: nada más salir, me cayó un chaparrón violentísimo. Además descubrí que ni mi impermeable era impermeable ni las botas impermeables que me había tenido que comprar de segunda mano servían para nada si mis permeables pantalones chorreaban de aquella manera. En lo que ahora veo sobre un mapa que era un trayecto de apenas 5 ó 6 kilómetros, me perdí varias veces y acabé dando rodeos no sé muy bien por dónde. Un detalle no menor, no me encontré a ningún otro ciclista en todo el trayecto: está claro que los ciclantes locales saben que esos aguaceros se pasan y más vale esperar media horita… Afortunadamente el resto de los días me hizo un tiempo estupendo, así que vamos a ver cómo se me dio la experiencia de montar en bici en danés.

Los carriles bici en Copenhague son bastante homogéneos y en las calles principales suelen ser como el que hemos visto en el artículo anterior. No siempre son tan anchos, no siempre están separados por un bordillo, pero en general está bastante claro por dónde debe ir la bicicleta. Y sí, normalmente es fuera del camino de los coches.

Además de para ver el ancho de un carril estándar, la primera foto nos sirve para ver que también las mujeres de cierta edad usan la bici en Dinamarca. En la segunda hay otra anciana dama. Y creo que vi un par de personas más peinando canas. Todos los niños que vi en bici, iban en carritos como el de la foto inferior. No vi ninguno pedaleando. Me imagino que no coincidí con los horarios escolares o algo. En las rutas transitadas por chavales hay unos cartelitos que rezan “Børn på vej” (niños en la vía) como advertencia, lo cual está muy bien. Hay mucha gente de todo tipo, eso está claro, pero como es lógico, la mayoría de la gente que se desplaza no son allí tampoco ni niños de 8 años ni ancianos de 80. Aunque los datos no son actuales, aquí podemos ver la distribución de los ciclistas por grupos de edad:

I

Como es lógico, las personas de más edad parecen moverse menos que las más jóvenes. Incluso en bici.

Las normas básicas

Lo primero que has de saber para circular por los carriles bici kobmendenses es que hay reglas. Básicamente yo diría que son estas:

  1. Hay carril-bici por todas partes, no hace falta que te salgas.
  2. Circula pegado a la derecha del carril-bici.
  3. Indica las maniobras.
  4. Respeta las señales y los semáforos.
  5. No circules por las aceras.
  6. ¿Hemos dicho ya que hay carril-bici por todas partes y que no te salgas?

1.- Hay carril-bici por todas partes, no hace falta que te salgas. Esto evidentemente es lo más diferente con respecto a Madrid. Aquí ni hay una red homogénea ni es posible implementarla salvo que levantemos la ciudad entera. Como además parece que el propósito del ayuntamiento es juntar todos los posibles modelos de carril-bici en nuestras calles, la claridad de por dónde puedes circular desaparece. De todas maneras no es del todo cierto que haya un carril específico siempre.

Todos los días y como mínimo dos veces recorría la Rantzausgade íntegra. Es una calle sin carril-bici aunque había un par de tramos en los que aparecía un apartadero, aún no sé con qué fin. Viéndolo ahora sigo sin entenderlo, la verdad. La calle es muy ancha pero todos los ciclistas circulaban por la derechita y al llegar al apartadero se metían obedientemente. Apenas había tráfico, pero he de reconocer que nadie me recriminó por usar el centro del carril ni apartarme en los laterales tras el bordillo.

2.- Circula pegado a la derecha del carril-bici. Cuando digo que circules pegado a la derecha lo digo de manera literal: pegado al bordillo. De esa manera te podrán adelantar los ciclistas que vayan más rápido que tú. Los adelantamientos en el carril-bici a mi me parecían muy peligrosos e hice muy pocos. Lo peor era el bordillo que daba a la calzada (no es bajito precisamente) y que no siempre veía clara la ocasión; la distancia lateral es justita, como adelantar una bici por el mismo carril en una calle normal de Madrid. Cuando circulo en calzada procuro siempre cambiarme de carril para adelantar a otro vehículo porque aunque se quepa, prefiero dejar distancia de seguridad y no sorprender a la gente pasándoles de refilón.

Así que me adaptaba a la velocidad de la bici precedente. La impresión es que esa era la tónica general, por lo que las bicis allí van tranquilas, creo que sobre todo por seguridad. En las horas punta sí que había dos flujos de bicis, uno más pausado y otro más rápido por la izquierda. La velocidad que puedes llevar en el carril-bici en cualquier caso está limitada por la de quien vaya delante de ti. Sobre las complicaciones que se pueden dar adelantando dentro de un carril-bici podéis leer este hilo en el que se explican muy bien los problemas que surgen. La situación se produjo en Barcelona, pero es buena muestra de lo peligrosa que puede ser esta maniobra sin seguir una serie de normas elementales de seguridad.

Cuando el carril-bici está ocupado como en la foto de arriba, que haya un bordillo con la calzada hace que tengas que ser un auténtico equilibrista para no salirte de tu sitio. Naturalmente ningún coche reduce su velocidad en un caso como ese. Un día me encontré con un andamio que ocupaba todo el ancho del carril y las señales me mandaban meterme por la acera (no muy ancha, por cierto) y por debajo del andamio mismo. Me bajé a la calzada sin dudarlo, aunque en ese momento no pasaban coches, así que no sé cómo se lo hubieran tomado.

3.- Indica las maniobras. Me comentaron que estaba muy mal visto no indicar las maniobras. Como estoy acostumbrado a hacerlo no tuve más problema que añadir la de “me voy a parar”, que en Madrid la verdad es que no la uso. En general he de decir que había cierta laxitud pero sí, la primera señal de estar ante un turista era que no indicaba nada. Esta insistencia en señalizar nos recuerda una vez más que todos los usuarios del carril-bici, tienen que seguir una serie de normas de comportamiento, colaborar con el resto personas y aprender una serie de procedimientos. Exactamente igual que hay que hacer para circular en calzada.

4 y 5.- Respeta las señales y los semáforos / No circules por las aceras. La primera impresión fue que todo el mundo era muy respetuoso con las normas y he de reconocer que eso me sorprendió favorablemente. Aunque esté harto de ver desde la ventana de mi casa en Madrid como cantidad de coches se saltan el semáforo mientras muchas de las bicis lo respetan, los prejuicios y las frases hechas tienen buenas garras para aferrarse a nuestra cabeza. Esta atención a las normas no es sólo una cuestión cultural. Es sobre todo una cuestión práctica.

La clave de todo el asunto es que la circulación de bicicletas y resto de vehículos está organizada en dos sistemas independientes y paralelos ¿Qué significa esto? Pues básicamente que a pesar de que circulas junto al tráfico todo el tiempo haces como si no tuviera nada que ver contigo. Naturalmente esto es falso ya que hay muchas intersecciones entre ambos sistemas, así que marcar a fuego el cumplimiento de las normas minimiza los riesgos.

Un ejemplo de algo que me desconcertaba mucho al principio: vas por el carril segregado y de repente hay una flecha en el suelo que indica que debes girar a la derecha. Mal. Esa flecha no es para ti, está ahí porque el carril bici se ha convertido en un carril de giro para los coches, pero tu puedes seguir de frente. Esta es la manera en la que han solucionado el problema de los ganchos de derechas. Para que se vea cómo es la cosa, un par de fotos:

Hay un ingrediente esencial de la receta que no se ve en la foto: los automovilistas miran siempre y esperan pacientemente por si viene una bici. Es decir el factor clave una vez más es la educación. Sé lo que digo porque en mi paseo inaugural bajo la lluvia vi como paraba un coche a unos 300 metros delante de mí con el intermitente derecho puesto. Reduje pensando que iba a girar, pero el conductor esperó pacientemente a que pasara yo para meterse en una bocacalle. Eso no quita para que a la amiga que viajaba conmigo le hicieran un par de ganchos muy feos.

Y es que aunque el ambiente general es de exquisito respeto mutuo, tanto conductores como ciclistas sí que se saltan las normas. Bicis por aceras vi, bicis saltándose semáforos también. Mucha gente pedaleaba consultando el teléfono móvil o con la atención no muy centrada en circular, lo cual más que algo deseable parece un problema a evitar, exactamente igual que con las distracciones al volante. Sin embargo creo que todos los actores del tráfico son muy conscientes de los puntos peligrosos y hacen por ser estrictos cuando toca. La clave es que llevan muchos años de educación mutua así que para que funcione, todos maniobran con mucho cuidado y pleno conocimiento de los riesgos.

La educación no sólo es fundamental, es que además es una tarea que no se puede descuidar por más que el uso de la bici esté extendido. En este enlace podemos ver una campaña en la que inciden sobre la importancia de estar especialmente atentos en los cruces. El vídeo que se puede ver en la página está en danés, pero se entiende bastante bien lo que pasa:

“Dos de cada tres accidentes graves con ciclistas ocurren en los cruces. La mayoría podría haberse evitado si conductor y ciclista hubieran estado mejor informados”.

Aquí podemos ver otro vídeo, mucho más corto e inteligible sin palabras.

Nos alerta sobre los peligros de los ángulos ciegos y los giros a derecha inherentes a todos los carriles bici segregados realmente existentes. Estas campañas impactantes nos recuerdan a algunas de las duras campañas que la Dirección General de Tráfico hace para recordarnos que conducir un vehículo conlleva una responsabilidad tanto de cara a los demás como a nosotros mismos. Pues en Dinamarca se hacen también para los ciclistas.

No para desincentivar el uso de la bici, sino para que se haga un uso responsable. En esta noticia se hace un listado de accidentes con atropello por gancho de derechas: entre 2008 y 2016, 154 accidentes con un resultado de 41 personas muertas. Pueden no ser muchas teniendo en cuenta la cantidad de bicicletas que se mueven, pero sin duda son demasiadas.

6.- ¿Hemos dicho ya que hay carril-bici por todas partes y que no te salgas? Todas estas normas me las explicó informalmente una amable madrileña establecida en la ciudad hace unos tres años. Todas me parecen muy acertadas, pero no pude evitar preguntarle qué pasaría si no utilizaba los carriles-bici. Lógicamente no entendió mi pregunta: no es necesario salirse, están por todas partes.

Las excepciones que confirman la regla

Voy a poner dos ejemplos que pude fotografiar y se salen de la relativa homogeneidad de los carriles-bici de la ciudad. El primero está en una calle limitada a 30 km/h. Normalmente en este tipo de calles no había segregación y por eso me llamó la atención.

Revisando el mapa de la zona, veo que ese carril no existía en 2009 y ya existía en 2014. También compruebo que se trata tan sólo de una manzana. En ese tramo hay una escuela y aunque ignoro las razones por las que se puso, me parece sintomático que en una calle con la velocidad limitada se optase por segregar a las bicis. La calle es esta, y en el histórico de las fotos de google maps podéis ver su configuración anterior ¿Qué pasó? ¿Pese al escaso tráfico de la calle se acosaba a los escolares? ¿O había que quitarlos de en medio para que no colapsaran la calle en las horas de entrada y salida de la escuela? Es una calle local, ya que las dos paralelas por arriba y por abajo son las que dan a los puentes sobre el lago, así que de verdad que no se me ocurre porqué en esa manzana en concreto había que separar a las bicis del resto del tráfico.

La siguiente foto es de un cruce muy cercano y se ve claramente el espacio residual que se le cede a la bicicleta, colocándola además en un peligroso punto si se pretende seguir hacia adelante. Como en todo sistema “maduro” hay reminiscencias de etapas anteriores y probablemente este es un ejemplo ya desechado. Pero no por ello deja de ser coherente con el resto del sistema de la ciudad. A este respecto es interesante que la línea de detención de la bici está más adelantada que la de los coches para evitar quedarse en el punto ciego. De nuevo nos encontramos con que hay que minimizar los riesgos que la propia segregación crea.

La idea subyacente a todo esto es que al estar la bicicleta y el resto del tráfico separados completamente (de manera conceptual, pues ya hemos visto que las interacciones se siguen dando necesariamente), cuando hay que compartimentar el espacio el coche lleva las de ganar por la sencilla razón de que necesita más espacio al ser más voluminoso y menos ágil. Esta separación se respeta rigurosamente y en ningún momento vi ninguna bicicleta usando un carril normal si había carril-bici. Ignoro si la obligación de usarlo es normativa o consuetudinaria, pero desde luego la tienen clarísima. Tampoco vi a ningún ciclista ocupando el centro del carril en calles compartidas.

Hemos visto cómo se circula en la capital danesa y porqué. Parece que el sistema es un éxito porque hay muchísimas bicis circulando ¿porqué no deberíamos copiarlo si funciona tan bien? En una próxima entrega intentaremos ver qué podemos aprovechar de su experiencia.

      1. Aquí puedes leer todos los artículos de la serie sobre un viaje a Copenhague:

El reparto del espacio
Muchas bicis en movimiento
Pero porqué los daneses van tanto en bici
El Modelo København