Evitando problemas
Una bicicleta es muy manejable, pero solo se mantiene erguida si está en equilibrio. Debes vigilar el camino ante peligros que puedan provocar una caída. Girar y frenar con destreza también puede evitar una colisión.
Presta atención a cualquier superficie resbaladiza o poco compacta, incluyendo gravilla, nieve, hielo, hojas, manchas de aceite, tapas de alcantarillado húmedas, planchas de madera o marcas de pintura. Evítalos o pasa sobre ellos a velocidad moderada y no gires, frenes o aceleres. Asegúrate de estar preparado para apoyar un pie en el suelo para mantener el equilibrio. No ruedes sobre un charco o un montón de hojas bajo los que no puedas ver la superficie del camino.
Pasos a nivel en diagonal, vías de tranvía, bandas sonoras, resaltes delimitadores del carril o cualquier desnivel o grieta paralela o diagonal a tu trayectoria pueden impedirte mantener el equilibrio y el control de la bici. En zonas rurales, los pasos canadienses para el ganado son otro peligro habitual. Cuando no puedas evitar uno de estos obstáculos, crúzalos lo más cerca posible en ángulo recto, o desciende y camina si no estás seguro de poder atravesarlos con seguridad.

1) Cuando te acerques al cruce, gira la cabeza y mira detrás para ver cualquier vehículo que pudiera adelantarte.

2) Haz una señal al conductor del vehículo que te sigue para que permanezca detrás y te deje espacio. Después desplázate a la parte izquierda del carril.

3) Como tu posición en el carril transmitirá justo lo opuesto a tus intenciones, sigue señalizando mientras te mueves hacia la derecha para preparar el giro.

4) Justo antes de cruzar, sitúa ambas manos en el manillar; levanta tu peso del sillín y gira para cruzar las vías de manera transversal.
5) Si te sientes inseguro o incómodo, siempre puedes cruzar como un peatón.
Gira con antelación para atravesar el obstáculo de frente, evitando girar o cambiar de velocidad mientras cruzas. Hazlo a velocidad moderada, pero no demasiado despacio o podrías perder el control. Sujeta el manillar firmemente. Deja de pedalear mientras cruzas si la superficie está mojada o resbaladiza. Permanece alerta para evitar otros baches o ranuras. Para amortiguar las irregularidades, levántate del sillín, utilizando las rodillas y los codos como sistema de suspensión.
Los puentes de rejilla, especialmente cuando están mojados, pueden dirigir la bicicleta de forma paralela al dibujo de la rejilla, dificultando mantener el equilibrio. Intenta pasar por este tipo de puentes despacio, y si es necesario camina, utilizando el arcén del puente.
Las rejillas de drenaje de alcantarilla con ranuras paralelas a la carretera presentan un riesgo especial. La rueda delantera puede meterse dentro, propulsándote por encima del manillar. A menudo están situadas en los bordillos, pero permanece atento a ellas en cualquier badén o sumidero del camino. Las juntas de dilatación de los puentes pueden entrañar peligros similares. Es una buena idea informar al departamento de transportes o carreteras de tu localidad sobre estos u otros obstáculos, ya que son peligrosos y pueden conllevar responsabilidades legales.
Un bache, una piedra o un socavón pueden aplastar el neumático contra la llanta, causando pinchazos o dañando la rueda. Evítalos si puedes y camina con tu bicicleta si el firme se encuentra en mal estado. Mantén los neumáticos bien hinchados.
Buenas noticias
Ahora las buenas noticias. Gracias al pequeño tamaño de tu bici y su capacidad para girar de forma rápida puedes entrenarte para situaciones como esta: estás montando en bicicleta por un carril bici en una carretera poco iluminada. De pronto, entre las sombras, aparece una piedra justo delante de ti. Y hay coches circulando y adelantándote. No te es posible desviarte a la izquierda hacia el tráfico, y tampoco quieres irte hacia la derecha, hacia el bordillo. ¿Qué puedes hacer?
Zigzaguea alrededor del pedrusco mientras mantienes la trayectoria en línea recta (maniobra esquiva-piedras). Justo cuando alcanzas la piedra, maniobra rápidamente hacia la izquierda y un instante después vuelve a maniobrar rápido hacia la derecha para mantener el equilibrio, y después continúa en línea recta.

Gira de golpe el manillar hacia la izquierda, luego rápidamente hacia la derecha para dirigir la rueda delantera alrededor del obstáculo. Lo más importante es evitar golpearlo con esta rueda. La rueda trasera (línea de puntos) puede pasar por encima del obstáculo sin que eso provoque una caída.
Dado que modificas tu equilibrio rápidamente, tu cuerpo no tiene tiempo de seguir el zigzagueo de la bicicleta. Continúas prácticamente en línea recta. Para mejorar tus probabilidades de éxito ante piedras y baches, ve a un aparcamiento vacío y practica esta maniobra hasta que te resulte sencilla.
Giros rápidos
Imagínate en esta otra situación complicada: estás rodando por una calle, acercándote a una intersección y un coche a tu izquierda comienza de pronto a hacer un giro hacia la derecha. ¡Estás a punto de chocarte con el lateral del vehículo! Es demasiado tarde para frenar, así que tendrás que girar rápidamente en la misma dirección que el coche para estar fuera de peligro. Para girar, tu bicicleta debe inclinarse, y rápido. ¿Pero cómo?
Tu bicicleta mantiene el equilibrio del mismo modo que tú mantienes una pica en equilibrio en la palma de la mano. Para que la pica se mueva hacia la derecha, tu moverás tu mano hacia la izquierda. Entonces la pica se inclina hacia la derecha y tú la sigues con la mano.

1) Gira de golpe el manillar hacia la izquierda; la bici comenzará a caer hacia la derecha.
2) Vuelve con el manillar hacia el centro y gira la cabeza hacia la derecha para fijar la vista en un objeto, como por ejemplo un árbol o una señal situados en la calle hacia la que estás girando, y la rueda volverá a la posición por sí misma.
3) ¡Sujétate bien! La bicicleta girará de forma abrupta, pero se enderezará de manera natural si mantienes la vista fijada en el objeto que se encuentra delante.
Del mismo modo, si diriges la bicicleta hacia la izquierda por un momento, podrás entonces girar a la derecha. Debes dirigirte primero durante un instante hacia el automóvil que estás tratando de evitar.
La bicicleta se inclinará hacia la derecha – dándote la inclinación que necesitas. Después, vuelve suavemente con el manillar hacia la derecha para mantener el equilibrio durante el giro. ¡No lo hagas bruscamente! Una vez que has empezado a inclinarte, gira la cabeza para fijar la vista en un objeto situado en la calle hacia la que estás girando, como un árbol o una señal. Tu bici se enderezará sola mientras mantengas la vista en el objeto que has elegido. Si te resulta extraño y no pareces tenerlo bajo control, lo has hecho correctamente.
Practica esta técnica en un aparcamiento vacío. Primero a baja velocidad, luego más rápido. Cuanto más rápido vayas, menos bruscamente tendrás que girar el manillar.
Esta maniobra de giro rápido también es útil en otras situaciones. Si un coche que viene hacia ti comienza a girar hacia la izquierda, podrás girar junto a él hacia la derecha, hacia la calle transversal. Si un vehículo sale de una calle transversal desde la derecha, gira rápidamente hacia la calle transversal. Si eso ya no es posible, gira hacia la izquierda con el coche. Aunque lo golpees, cuanto más paralelo a su trayectoria consigas estar, más leve será el impacto.
Velocidad en las curvas
¡Pocas cosas son más divertidas que un descenso sinuoso! Dibuja tu trayectoria en las curvas aumentando el radio de giro de tal manera que no tengas que frenar tanto. Levanta el pedal del interior de la curva para evitar que roce con la superficie de la calzada. Frena antes de iniciar las curvas para no perder tracción cuando estés girando.
Si te encuentras yendo demasiado rápido en una curva cuesta abajo y es demasiado tarde para frenar, una variación del giro rápido puede ayudarte a salvar la situación con seguridad.
La reacción más normal es asustarse, manteniendo la trayectoria recta y frenando. Pero entonces lo más probable es que te salgas de cabeza de la carretera antes de poder parar. En lugar de eso, no frenes. Endereza el manillar momentáneamente para inclinar más la bicicleta y seguir la dirección de la curva.
Normalmente, lo conseguirás— tus neumáticos tienen más tracción que de costumbre. Si derrapas, caerás de costado y te deslizarás hasta detenerte.
Como último recurso para evitar un muro o un barranco, quizá debas derrapar deliberadamente. Inclínate hacia la curva y aprieta los frenos. La caída puede hacerte daño, pero no tanto como la alternativa.
¿Saltar?
Hay un obstáculo justo delante de ti y es demasiado grande para hacer la maniobra esquiva-piedras. Así que estás a punto de destrozar las ruedas y puede que de caerte. Si pudieras volar…
Bueno, puedes saltar con tu bici. Manteniendo los pedales horizontales sin apoyarte en el sillín, flexiona las rodillas haciendo una sentadilla y tira del manillar. Entonces salta y tira de tus piernas hacia arriba. Pasarás el bache más rápido que si estuvieras leyendo «sentadilla-tira-salta-tira». Será más sencillo sobrepasar el obstáculo con la rueda trasera si utilizas calapiés y correas o calas, pero ser capaz de pasarlo con la delantera normalmente evitará la caída.
Saltar es el último recurso para evitar un bache u otro peligro sobre la superficie del camino. Una vez que lo domines, puedes incluso utilizarlo para subir bordillos bajos u otros pequeños obstáculos. En un aparcamiento vacío, practica el salto con tu bici. Primero debes elevar la rueda delantera, después la trasera al llegar al bache. La sincronización depende de cómo de rápido estés circulando. Los ciclistas todoterreno expertos aceleran para levantar la rueda delantera, pero eso requiere más preparación.
Utilizando tus frenos
Imagínate que estás en una ruta urbana. De pronto, te das cuenta de que estás a punto de descender un tramo de escaleras. O que estás rodando por la calzada y un motorista gira a la izquierda de forma inesperada justo delante de ti. En casos como éstos, los frenos de tu bicicleta pueden salvarte la vida. Pero incluso aunque nada tan dramático suceda, tendrás más confianza en ti e irás a más velocidad si estás preparado para frenar rápidamente y sin problemas.
Requiere práctica conseguir la máxima destreza con los frenos. No puedes simplemente apretarlos y parar como en un coche. Para obtener los mejores resultados, tus frenos deben estar en buenas condiciones y necesitas practicar cómo utilizarlos de manera efectiva.
Puesta a punto de los frenos
Algunas bicicletas frenan solamente con la rueda trasera: freno contrapedal o freno de piñón fijo (frenan empujando los pedales hacia atrás). Normalmente se puede añadir un freno delantero, ¡y es una buena idea! Las bicis con freno solo en la rueda trasera necesitan el doble de distancia para detenerse que una bicicleta con freno delantero. También es importante tener dos sistemas de freno independientes en caso de que uno falle.
Antes de montar en una bici desconocida, prueba los frenos. Descubre cuál es el trasero y cuál es el delantero (las bicicletas en España normalmente tienen la maneta del freno delantero a la izquierda). Tus manos deben alcanzar las manetas fácilmente y adaptarse cómodamente sobre ellas. Algunas manetas son ajustables para manos pequeñas; otras quizás tengan que ser reemplazadas. Los frenos deben accionarse antes de que las manetas se hayan movido mucho. No deberías poder presionar una maneta tanto que contacte con el manillar.
Cuando arranques por primera vez, prueba suavemente un freno, después el otro. Si están flojos, inestables, se quedan atrapados, vibran o chirrían, o si las manetas están invertidas, es momento de llevar la bicicleta a revisión. Si los frenos tienen más potencia de lo que esperabas, está bien, pero úsalos con cuidado para evitar perder el control.
Cómo funciona la transferencia de peso
Para detenerse de forma rápida y controlada, ayuda mucho entender la transferencia de peso.
Cuando estás corriendo y te paras repentinamente, pones un pie delante de ti para evitar caerte hacia adelante. Del mismo modo, un coche se inclina notablemente hacia adelante cuando frena bruscamente, ya que el peso se desplaza sobre las ruedas delanteras.
La transferencia de peso también ocurre en tu bicicleta. Prueba este pequeño experimento: camina junto a tu bici, con las manos en la posición normal sobre el manillar. Aprieta la maneta del freno delantero. La bicicleta parará rápidamente, pero la rueda trasera se levantará del suelo.
Ahora aprieta solo el freno trasero. La frenada será débil y la rueda trasera derrapará. Cuando estés rodando, si dependes demasiado del freno trasero, la rueda trasera derrapará y el neumático se desgastará rápidamente.
El freno delantero tiene mucha más potencia de frenado. Cuando conozcas lo potente que es, podrás utilizarlo de forma segura para frenar al máximo. Pero si lo utilizas demasiado fuerte, podrías salir despedido por encima del manillar.
¿Cómo conseguir parar rápido sin riesgo? Hay un truco que aprender.
La señal de la rueda trasera
Para realizar una parada lo más rápido posible de una forma segura cuando circulas a alta velocidad sobre pavimento seco y sin irregularidades, practica en un aparcamiento vacío y asegúrate de ponerte un casco. Rueda primero a buena velocidad y entonces empieza a apretar ambas manetas de freno, la del freno delantero mucho más fuerte que la del freno trasero. No agarres las manetas, en vez de eso aumenta el frenado gradualmente durante un segundo o dos.
Estás entrenándote para controlar el freno sin bloquearlo (frenado antibloqueo). Si la rueda trasera derrapa, es el momento de reducir suavemente la presión del freno delantero para cambiar el peso hacia atrás y parar el derrape. Con práctica, solo usarás el freno trasero muy levemente, como una señal y pararás con seguridad en menos tiempo. Esta técnica dará como resultado un frenado rápido y seguro.
A velocidad más baja puede que no tengas tiempo para sentir el derrapaje de la rueda trasera. Desarrolla tu capacidad para sentir cómo de fuerte puedes apretar el freno delantero manteniendo la seguridad. Practica con mucho cuidado y lleva puesto el casco. Aprieta la maneta del freno delantero solo lo suficiente para que la rueda trasera comience a despegarse del suelo y suéltala al instante para que la rueda vuelva a contactar con el terreno. Entrena el soltar los frenos hasta que lo hagas de forma natural si la bicicleta comienza a perder el control.
Una vez que aprendas lo potente que es el freno delantero, puedes utilizarlo de forma segura más fuerte que el freno trasero cuando se trate de frenar en línea recta en superficies regulares y secas – la rueda delantera no derrapará.

Si utilizas únicamente el freno trasero, la rueda trasera derrapará y la distancia de frenado será larga.

Para en la menor distancia posible sin que la bici se incline hacia delante trasladando tu peso hacia atrás todo lo que puedas
Desplaza tu peso
También puedes contrarrestar la transferencia de peso utilizando tu propio cuerpo. Al frenar, empuja el cuerpo hacia atrás, con las nalgas por detrás del sillín si es posible. Empieza con los pedales en horizontal. Ponte de pie sobre los pedales para levantarte hacia detrás del sillín mientras estiras los brazos para empujar hacia atrás del manillar. Mantén el centro de gravedad bajo —tu vientre debería estar justo por encima del sillín—. Si practicas esta posición frecuentemente cuando frenas a gran velocidad, lo harás de forma inconsciente en una situación de frenado de emergencia
Si la geometría de tu bicicleta o un sillín ancho no te permiten mover el peso del cuerpo hacia la rueda trasera, concéntrate en llevar el peso tan abajo y tan atrás como te sea posible. Practica la técnica de frenado antibloqueo explicada en la sección anterior para asegurarte de que puedes conseguir el máximo frenado sin salir despedido por encima del manillar.
Frenar en malas condiciones
La técnica de frenado es diferente cuando la superficie de la calzada es resbaladiza o irregular. En ese caso la rueda delantera puede derrapar, y si lo hace te caerás. Debes frenar suavemente y utilizar ambos frenos de igual manera, o en ocasiones utilizar solamente el freno trasero. Mantén una velocidad baja para poder parar a tiempo y evitar peligros. Practica el frenado suave en superficies resbaladizas para hacerte una idea de cómo se siente en esas condiciones. Puedes probar si una superficie es resbaladiza apretando el freno trasero suavemente para evaluar si la rueda trasera derrapa.
Mira hacia adelante para detectar baches o zonas resbaladizas. Suelta los frenos al pasar por estas zonas, después incrementa la fuerza de nuevo, una vez que estés sobre pavimento estable. Frena antes de girar, no cuando estés inclinándote en el giro.
Las pastillas de freno pueden necesitar varios giros de la rueda para expulsar el agua del borde de las llantas; las de aluminio se secan mejor que las de acero. El agua afecta a los frenos de disco solo ligeramente, los frenos de tambor y los piñones fijos son completamente resistentes al agua.
En una bajada larga y empinada, el sobrecalentamiento de las llantas puede hacer explotar la cámara. Utiliza ambos frenos de forma equitativa para controlar tu velocidad. Frenar de manera intermitente mejora la disipación del calor. Enderezarte en el sillín para aumentar la superficie de contacto con el viento también puede ayudarte a controlar la velocidad. Si el descenso es extremadamente empinado, el riesgo de salir despedido por encima del manillar aumenta, así que desplaza el peso hacia atrás y rueda despacio para evitar la necesidad de un frenado rápido.
Resumen
Una vez que conozcas tus maniobras de emergencia, ganarás en confianza y te sentirás seguro ante mayor número de circunstancias. Nunca sabes cuando vas a necesitar parar, y cuanto mejor puedas frenar, con más seguridad y confianza circularás.