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Los que usamos la bici habitualmente la consideramos un medio de transporte lleno de ventajas, pero sencillamente no todo el mundo está de acuerdo. Porque no lo han probado, pensamos nosotros. Muchos incluso sabemos que la bici tiene una capacidad de seducción tremenda porque hemos experimentado ese proceso y pensamos que cualquiera puede caer bajo el hechizo de los pedales. Pero lo cierto es que no siempre es así.
Conozco gente que lleva usando la bici por Madrid años, muchos más que yo, y aún así dicen sentir miedo. Y para conjurarlo justifican el uso de las aceras sin ningún rubor, independientemente de lo estrechas que sean. También sé de personas que han usado la bici durante una temporada y luego la han abandonado por múltiples motivos: no tener dónde aparcarla, cambiar de trabajo y tenerlo más cerca o más lejos que antes, disfrutar más caminando, ir en transporte público para poder leer o dormir. E incluso pasarse al coche. No creo que ninguna de esas decisiones les conviertan en peores personas.
En Copenhague nadie parece que deje de considerar la bici como un medio de transporte cotidiano. Es obvio que hay un componente cultural que es muy anterior a los carriles bici. En Madrid nunca ha habido tantas bicis como ahora y aún así esa percepción de la bicicleta como vehículo habitual no existe y el porcentaje de ciclos en el reparto modal es casi residual. Pero quizá haya algún motivo más.

Un caso práctico

Apunto aquí un ejemplo de primera mano porque me parece muy significativo. Para ir a buscar la bici que me prestaban en Copenhague, cogí el autobús 6A en la Estación central y fui hasta Søborg bajándome en el cruce entre Søborg Hovedgade y Erik Bøghs Allé. No recuerdo lo que tardé, pero veo en la web que es un trayecto de una media hora.


Si nos fijamos en el mapa, veremos que es bastante directo. Además apunto que la zona de destino está lejos del centro que solemos conocer los turistas.
Pero, ¿qué pasa si en lugar de ir en transporte público le pedimos que nos calcule la ruta en coche? Pues de momento que se tarda menos, entre 15 y 20 minutos. Lo cual parece bastante razonable si tenemos en cuenta la fluidez habitual del tráfico y que no tenemos 23 paradas intermedias.
¿Y qué pasa si le pedimos que nos calcule el trayecto en bici? El tiempo que se tarda es similar al del transporte público, un poco más de media hora. Parece lógico teniendo en cuenta que es un trayecto de entre 8 y 9 km (según el itinerario que elijas). En Madrid hasta 15 km de recorrido, los tiempos entre la bici y el transporte público son similares. Y muy a menudo los trayectos más cortos son más rápidos en bici.
¿Por qué entonces no usar el coche, que es el medio más rápido para moverse? Si uno hace una rápida búsqueda en internet con el siguiente texto “taxes over cars in copenhague”, enseguida puede leer cosas como que los coches pagan unos impuestos de 180% del valor del vehículo. Aunque parece que esta tendencia está cambiando. Es muy destacable lo que el ministro de economía danés dijo el verano pasado al respecto:

“Aún tenemos precios de los más caros para los automóviles” dijo el ministro de economía danés Simon Emil Ammitzboll el pasado martes en una rueda de prensa. También dijo que “no es justo que nosotros, viviendo en uno de los países más prósperos del mundo, conduzcamos peores coches que nuestros vecinos suecos o alemanes”.

Sí que parece que los elevados impuestos tienen incidencia en la compra o no de vehículos. En este otro artículo podemos leer que:
Los residentes de la ciudad [Copenhague] poseen a día de hoy 16.000 coches más de los que había en 2010, de los cuales 4.500 se han registrado el año pasado. La reciente medida del gobierno de reducir los impuestos de registro desde el 180% al 100% para los coches nuevos no parece que vaya a ayudar [a desincentivar su compra].

Desde luego no son muchos coches. En Madrid en diciembre de 2017 se vendieron 32.319. Y me temo que el “repunte” económico venga acompañado de un aumento del tráfico de latas con ruedas… Quemen hidrocarburos o no. Pese a ello, como ya apuntamos en el primer artículo de la serie, el espacio dedicado a los coches sigue siendo muy superior al que las bicis pueden disfrutar: en el puente Knipplesbro, el 55% del tráfico en las horas punta son bicis, pero sólo disponen de un tercio del espacio de la vía. Los apelotonamientos de ciclistas en los carriles segregados hacen más incómoda e insegura la circulación como también dijimos en el anterior artículo.
El artículo de The Guardian (que recomiendo leer con atención) también menciona que la apertura de una nueva línea circular de metro puede provocar un descenso en el número de ciclistas. Vamos viendo que hay muchos factores a considerar para saber porqué se usa o no la bicicleta.
Sin embargo se nos repite una y otra vez que lo esencial es la infraestructura segregada. ¿De dónde viene esta idea? El gurú que quiere “copenhaguenizar” el mundo nos dice en el artículo que:

Cuando se abran las 17 nuevas estaciones el año que viene, se prevé que un 3% de los ciclistas se pase al metro. ¿Significa esto que Copenhague ha alcanzado su tope de bicis? “En el escenario actual, sí” dice Mikael Colville-Andersen, director de Copenhagenize Design Co. “Siempre he dicho que nunca alcanzaríamos el 50% de reparto modal con el actual diseño de la infraestructura. Y no vamos a llegar al 50%. No sirve de nada a no ser que construyamos infraestructura.”

El índice de Copenhagenize, se basa en la competición entre ciudades tratando de seguir todas el mismo modelo, pero ¿tiene sentido? Si el modelo del señor Colville-Andersen implica construir infraestructura de manera infinita, como parece preconizar para su propia ciudad, lo que está claro es que no resuelve de manera satisfactoria el problema del uso del espacio.
Hay que reconocer que ya en 2012 era capaz de ver que el principal problema consiste en los coches, así que proponía actuar decididamente contra ellos:
Las famosas tasas de 180% fueron adecuadas en su momento, pero a día de hoy son bastante cómicas. El lastre del automóvil para la sociedad es mayor ahora que en cualquier otro momento de los últimos 40 años. Razón de más para elevar los impuestos -según criterios racionales y económicos- e invertir en fomentar el transporte público, los vehículos compartidos y la infraestructura para bicicletas.

Cinco años después no le han hecho caso en lo de encarecer aún más la tenencia de un coche pero sí en lo de mejorar el transporte público. Lo cual puede que haga que se reduzca el número de ciclistas. Lo que no varía es el centro del negocio para una consultora de diseño de vías ciclistas como la suya: la construcción de infraestructura segregada. Como además es necesariamente infinita y exportable, su modelo de negocio será próspero mientras se le dé el crédito suficiente.

El cochino dinero

Quizá desde su punto de vista adquirir un coche fuese demasiado barato, pero lo cierto es que no es un gasto pequeño. Aquí podemos ver que el coste de la vida en Copenhague es casi un 45% más alto que en Madrid. Aún así, quizá gracias a la reducción de los impuestos, hay quien decide invertir en un coche de segunda mano. No parece una tontería, ya que como digo el tráfico es bastante fluido, así que el coche puede ser un medio de transporte muy eficaz en una ciudad extensa y con una climatología desfavorable. En este otro enlace podéis leer un relato en primera persona de una británica comprando un coche de ocasión. Aunque sea un caso particular y no un análisis del mercado de vehículos a motor en Dinamarca merece la pena leer el artículo, tiene bastante guasa.
En cuanto al transporte público, mi trayecto en bus me salió por unos 7€. No está mal teniendo en cuenta que compré un único billete sencillo de ida ya que iba a volver en bici. Como el tráfico es fluido, los buses van rápido y hay bastante frecuencia. En Madrid por 5’10 puedes llegar en bus interurbano desde la capital a cualquier punto de la comunidad autónoma. Quiero decir con esto que te puedes ir de Madrid a Buitrago de Lozoya, por ejemplo. Incluso teniendo en cuenta la diferencia de rentas, yo diría que el transporte público es más barato en Madrid que en Copenhague. Veámoslo gráficamente para hacernos una idea más clara.

A la izquierda un trayecto urbano en transporte público = 7€. A la derecha un trayecto interurbano en transporte público = 5’10€. Pero entre ambos mapas hay otra pequeña diferencia. El mapa de Copenhague está a una escala de 2 km, mientras que el de Madrid corresponde a 10 km. Si los ponemos en la misma escala, esta es la imagen resultante.

Está claro que la bici en Copenhague es un medio de transporte mucho más interesante económicamente… Allí hay muchas bicis, así que es un vehículo accesible y relativamente fácil de adquirir. Pude fijarme en alguna tienda y había bicis muy majas por 300€ (nuevas, cambio interno de 7 velocidades, ligeras, con guardabarros, luces y antirrobo incluidos). Quizá no eran de marcas que nos suenen por aquí, pero desde luego eran bicis más que dignas. Naturalmente hay bicis aún más baratas y con menos lujos. Como la que me prestaron: con un buje de cambio interno con tres velocidades me sobraba para la orografía de la ciudad. Es decir, la bici es aún más competitiva económicamente con respecto a los otros modos.
Como pincelada final, añado que en Søborg sólo vi un ciclista en todo el tiempo que estuve comiendo en un restaurante con vistas a la calle. Es cierto que no hacía buen día y que un rato después me cayó el diluvio universal (como ya he contado aquí). No pretendo sacar conclusiones de esta limitadísima visita a la periferia, pero quizá no es descabellado pensar que allí también se da una mayor concentración de ciclistas en el centro. Y el centro de las ciudades actúa como elemento catalizador de la imagen de una ciudad. Pero la realidad siempre es un poquito más compleja, en Dinamarca y en España. Y eso que no nos hemos metido con otros muchos factores que influyen (densidad de población, tamaño, factores económicos, sociales y culturales… ).

El tamaño importa

Uno de esos elementos clave que no podemos pasar por alto al comparar Copenhague y Madrid es su tamaño. Para empezar y aunque los datos no llegan hasta hoy mismo, en esta tabla podemos comprobar de un vistazo la diferencia en población:

Madrid sería la tercera ciudad más poblada de la Unión Europea tras Londres y Berlin. Copenhague está en el puesto 45.
Según las estadísticas oficiales de población danesa podemos ver que la suma de Copenhague y Frederiksberg ha aumentado bastante (de 603.305 a 716.954). Sin embargo sigue bastante lejos de los 3.182.981 personas que viven en Madrid según los datos del INE. Más de cuatro veces más.
Más habitantes implica más desplazamientos, una ciudad más compleja y desde luego más extensa. No sólo eso, gracias al Atlas de la Movilidad residencia-trabajo en la Comunidad de Madrid podemos ver interesante información sobre este tipo de trayectos, que sin duda influyen mucho en la movilidad dentro de la ciudad y la región. La ciudad de Madrid atrae gran cantidad de desplazamientos de toda la región (e incluso de las
provincias limítrofes.
Así que como ya hemos visto Copenhague y Madrid son muy diferentes por muchísimos motivos: culturales, sociales, históricos… No sólo son ciudades diferentes, también estamos en momentos históricos diferentes. ¿Tiene sentido desarrollar un sistema de circulación segregada como el de Copenhague hoy en día? A juzgar por lo que opina Mikael Colville-Andersen, sin duda. Su opinión sobre Madrid es muy clara. En este enlace teneís los 15 segundos que tarda en definirla, pero ¿porqué esta beligerancia contra nuestra ciudad? Si vais al minuto 10:50 del vídeo que os acabo de enlazar podréis haceros una idea.

      1. Aquí puedes leer todos los artículos de la serie sobre un viaje a Copenhague:

El reparto del espacio
Muchas bicis en movimiento
Pero porqué los daneses van tanto en bici
El Modelo København